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martes, 7 de junio de 2011

El periodismo en Argentina, un conjunto de antonimias

Hoy por hoy, en la Argentina, hay dos acepciones a la palabra Periodismo. La primera es la hartamente conocida, tal como afirma la nueva "biblia" del conocimiento, léase Wikipedia, el periodismo es una actividad que consiste en recolectar, sintetizar, jerarquizar y publicar información relativa a la actualidad. Sin embargo, en los últimos años empezó a resurgir el termino Periodismo militante, que podríamos decir que se define para la prensa la misión de embanderarse en la disputa del poder, poniéndose al servicio de un proyecto político
partidario.

Obviamente que hablar que se llevan a cabo ambas posturas sin grises sería una total falta de sentido común. Es que de eso se trata también el periodismo. En el primer año de la facultad un profesores ponía como ejemplo: Si ocurre un accidente de autos en la puerta, voy a encontrar tantas historias como personas haya. Lo mismo ocurre a la hora de realizar la práctica periodística. Tenemos a los convencidos de la objetividad total que tiene que tener una nota, para lo cual no van a poder observar ciertos aspectos de la nota en donde terminan dejando un halo de subjetividad. Por el otro lado están aquellos que dicen con mucha liviandad que se saltarían el off the record a la hora de investigar un crimen de lesa humanidad y no respetarían a la fuente (Pablo Llonto en el Encuentro de Cátedras de Periodismo de Investigación, La Plata 2011). Sin embargo, la inmensa mayoría de los periodistas no cae en ninguno de los dos extremos. Se dedican a investigar para sus notas, consultan una cantidad de fuentes necesaria para chequear bien la información, preguntarle a las dos partes de una noticia y escribir lo mejor posible así su editor no le hincha demasiado con modificaciones. Estamos en épocas en donde se juzga con el dedo si tal periodista es kirchnerista o si tal periodista es cómplice de Hector Magnetto o si parió a la Junta Militar o si es del Opus Dei. Y no se preocupa el
periodismo de ver si más allá de ello se hace bien o mal el trabajo periodístico.

Otro aspecto que logra dividir al periodismo en argentina es el tema del género. A la hora de tocar este tema hay un punto que no se discute y en el que, por fin en un tema, se está de acuerdo: No debe haber diferencia de género en el trato para con l@s periodistas ni con las fuentes. Lamentablemente las periodistas tuvieron que atravesar una etapa en donde la sociedad entera las ubicaba un escalón por debajo de la tarea que un periodista varón podía realizar. Lo mismo ocurría con las fuentes. Los casos en que las mujeres aparecían como fuentes eran temas de poca importancia. En cambio en las grandes investigaciones se confiaba en lo
que declaraban los hombres. Lo mismo ocurría al tratar temas de violencia y maltrato contra las mujeres o de femicidios y llamarlos violencia familiar. Pero en estas líneas no estamos viendo qué cosas ahora se unificaron. Somos periodistas, la unidad, las buenas noticias dicen los editores, venden menos que las malas. Es por eso que tenemos que hablar de en qué aspecto hay un enfrentamiento en esta temática. La cuestión de las formas. Ese es el fondo que complica todo este punto. Cómo se dicen las cosas y cómo reacciona el otro ante eso. La defensa de la mujer es correcta, pero creer que se aliena la dignidad de la mujer por no haber escrito Estimados y estimadas, es un exceso que genera rechazo por ser apocalíptico.
Y lo mismo ocurre si una persona, en este caso un periodista, escribe frases en donde la mujer queda denigrada, y encima se vanaglorea con el resto, como buscando un gesto de aprobación al respecto. Es un tema delicado y, como el resto de los temas, no son exclusivos del ámbito periodístico, sino que lo que ocurre puertas adentro del periodismo es un fiel reflejo de lo que nos ocurre como sociedad.

Un tercer y último punto que tocaremos es el de los nuevos medios y el periodismo. No quiero utilizar el término medios tradicionales porque ya en el 2011 negar que el sitio web de un diario no es algo tradicional, es desconocer la realidad de los consumos y de la historia informativa. En el día de ayer, el diario El País cumplía 15 años informando desde internet. Sin embargo todavía se libra cierta batalla entre los viejos periodistas, aquellos que supieron armar las notas sobre una vieja Olivetti o que mandaban la información por Telex. Hoy por hoy están también los periodistas que están preparados para grabar el audio del entrevistado, sacarle fotos, editarlas y después armar un video al respecto para acompañar la nota. Los mundos generacionales que chocan son muy grandes, la cosmovisión del periodismo que tiene cada uno es muy diferente. La forma de producción cambia y ni hablar los hábitos de consumo que ellos mismos tienen
para ir informándose y consiguiendo las notas.
¿Cómo se le hace entender a un periodista que está acostumbrado a caminar, caminar y caminar y golpear en cada puerta preguntando por una persona que pueda brindarle información sobre tal noticia que, en 140 caracteres puede hacer lo mismo y tal vez con una eficacia mucho mayor, ya que le está hablando al mismo tiempo a 2000 personas? ¿Y cómo se le explica también que un periodista retuiteó que había fallecido la Hermana Bernarda nada mas que por el hecho de que lo había tuiteado alguien que tiene 50.000 seguidores?¿O cómo explicarle que una noticia se hace nada mas con texto? Las discusiones que se encarnan en la
defensa de una u otra forma de informar a la gente generan un roce dentro de las redacciones que no colabora en nada con la solidaridad que debería haber entre los periodistas. Es que un periodista con varios años en el medio y que no le gusta el uso de la tecnología para realizar las notas ve al joven periodista que tiene su smartphone y tuitea y saca fotos y filma, como una persona que hace las cosas a medias. En cambio el periodista multimedia ve en ese colega que reniega de las tecnologías como una persona que no le agrega valor a su noticia. Y así será difícil que el joven le enseñe al transitado periodista cómo le pueden servir los nuevos medios y las nuevas tecnologías para desarrollar y completar su trabajo; y el experimentado periodista
tampoco le aconsejara al novel periodista algunos aspectos que no deberían escapársele jamás para incluir en su nota.
Y el debate en donde cada posición ya está tomada es inútil. Cuando el periodista no abre su mente a la posibilidad que el otro le propone, difícilmente se podrá avanzar. Paradójicamente, o tal vez no, lo mismo ocurre con los otros dos puntos. Y, ya va a parecer casi una cosa de mandinga, pero lo mismo ocurre a la hora de salir a hacer una nota.

Si bien hay organizaciones que buscan promover el debate de estos temas y que haya una convivencia más sana entre los periodistas, hoy estamos atravesando un revival, a nivel comunicacional de la polarización de los años 60 y 70 a nivel político y social. Y los únicos que pueden atravesar este momento son los mismos periodistas, quienes deberán preocuparse por una sola gran cosa: Escribir de la manera más completa posible lo que realmente ocurrió, utilizando la riqueza del lenguaje para informar correctamente la intención que tuvo la noticia.

Igualmente, para cerrar, debo decir que estos puntos son apenas unas líneas en la compleja situación del periodismo en argentina que además incluye la diferencia entre los medios grandes y los medios chicos, los medios de Buenos Aires y los medios del interior y varios temas más que lo que logran generar que el periodismo sea, gracias a los propios periodistas, un conjunto de antonimias.

miércoles, 27 de octubre de 2010

¿Qué se hace con los presidentes muertos?


El celular me hizo levantar de la cama. El miércoles 27 de octubre aparentaba ser tranquilo. El censo nacional se iba a llevar a cabo y pocas noticias iban a aparecer. Sin embargo, a las 10 de la mañana me llega un mensaje avisándome del fallecimiento del ex presidente Nestor Kirchner. Era el primer presidente que fallecía y yo había estado durante su mandato, ya que con Alfonsín tenía apenas meses.


Inmediatamente busqué confirmar la noticia. ¿Cómo podía ser?¿Se lo veía venir y por eso se fue para despedirse de su Calafate querido?¿Dónde va a ser la despedida del cuerpo? Las redes sociales comenzaron a responder algunas de las preguntas que surgían, agregaban datos. Los portales de noticias comenzaron a publicar las notas, y ahí me empezó a subir la temperatura. 

Me parece difícil entender como puede haber gente contenta porque una persona haya muerto y, en especial, que haya sido quien dirigió nuestro país y ahora nos representaba (bien o mal) como diputado nacional y como Presidente de la UNASUR. Por ejemplo, un lector del site de Lanacion.com escribió: 

-  Lástima que está todo cerrado como para ir a comprar un champagne-  ¡Che Néstor! Te olvidaste a tu señora!

Por parte del mundo de la política parece que la unidad es lo que debe prevalecer. Tanto la oposición, como la Iglesia, la Justicia o los sindicatos buscaron resaltar que fue una persona que, con aciertos y errores, buscó lo mejor para Argentina.

Entonces me puse a pensar si eramos nosotros o es una práctica generalizada. Primero se me ocurrió la muerte de Reagan, el 5 de junio de 2004. En esa oportunidad, todos los ex presidentes se hicieron presentes en la despedida del cuerpo. En declaraciones a la prensa, el entonces presidente, George W. Bush (hijo) expresó:
Ronald Reagan ganó el respeto de Estados Unidos con su grandeza, y ganó su amor con su bondad. Tenía la confianza que va con la convicción, la fuerza que va con el carácter, la gracia que va con la humildad y el humor que viene con la sabiduría. Deja tras de si una nación que restauró y un mundo que ayudó a salvar.
A su vez, las personas rindieron homenaje a la muerte de Reagan dejando tributos y condolencias en las embajadas y consulados de Estados Unidos en otros países, como también en otros locales alrededor del país que fueron importantes en la vida de Reagan.

En la prensa se tenía temor sobre qué podría decir la gente al respecto, sin embargo liberaron los comentarios y la gente, masivamente, se expresó con respeto hacia la figura del ex presidente.



Otro momento que quiero rescatar fue la muerte de otro líder de estado, particular en este caso: Juan Pablo II. El 2 de abril de 2005 fallecía en su dormitorio, frente a la Plaza San Pedro. Al funeral asistieron alrededor de 100 jefes de estado. En los medios, cada vez con más participación de los lectores, mostró el clima de paz y unidad que había predicado Juan Pablo II en vida. Hasta aquellos de otras religiones destacaban el dolor que les producía que una persona que había hecho tanto por la humanidad falleciera.

Alguien que me explique que pasa por esa cabeza para ponerse contento por la muerte de alguien. Lamentablemente no estamos capacitados, como sociedad, para saber distinguir. Que no es lo mismo que haya hecho mal su trabajo a que por eso merecía morir. Es por eso que los sitios de noticias cerraron la posibilidad de escribir comentarios, ya que estos eran hirientes.Inclusive, soy un kirchnerista por el hecho de ponerme triste de la muerte de Kirchner. 

La crispación no sirve para nada, es por eso que en estos momentos se debe mirar para adelante y rescatar los aspectos favorables para repetirlos y no volver a cometer los negativos.


viernes, 24 de septiembre de 2010

Historia de extradiciones


Arranco nuevamente a publicar en éste blog, la idea es comentar noticias nacionales e internacionales y las semejanzas de situaciones en otras partes del orbe. Es por eso que para no aburrir arranco con una noticia reciente.

El miércoles pasado apareció en los medios una noticia que vino a ponerle una mancha a la corta relación entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su par chileno, Sebastián Piñera. Todo comenzó con un pedido de extradición presentado desde el gobierno de Santiago para que Apablaza Guerra, alias "comandante Salvador", sea devuelto a Chile, en donde se lo juzgará por el asesinato del ex colaborador del dictador Augusto Pinochet Jaime Guzmán Errázuriz y el secuestro de Christian Edwards del Río, directivo del diario El Mercurio.

A pesar de que ayer la Corte Suprema argentina concedió la extradición que Chile reclamaba desde hace varios años, la última palabra saldrá desde el ejecutivo, ya que hay pendiente un pedido de asilo por parte de Apablaza.

Sin embargo, las historias de extradiciones y asilos no son nuevas entre los hermanos latinoamericanos. El 9 de abril pasado, Venezuela y Colombia volvieron a enfrentarse. En esta ocasión Caracas solicitó al Estado colombiano una respuesta sobre la extradición del opositor del gobierno chavista, Pedro Carmona, quien lidero un fallido golpe de estado en abril de 2002. Colombia, a pesar de eso, concedió asilo político hace aproximadamente ocho años a Pedro Carmona, con lo cual generó un nuevo malestar desde Caracas hacia el, por entonces, gobierno de Uribe. Un Uribe que ya se había enfrentado publicamente desde los discursos al líder bolivariano.
Pero no todos los casos terminan como este. Tal es el caso de Chile y Uruguay. Luego de más de siete años de investigaciones, el magistrado chileno, Alejandro Madrid, dictó sentencia sobre el asesinato del químico chileno Eugenio Berríos. Entre los culpables, se encontraban tres militares uruguayos extraditados en abril de 2006: Tomás Casella, Eduardo Radaelli y Wellington Sarli. “La Justicia uruguaya se comportó a la altura, tuvo un gran papel y permitió el juzgamiento de tres connacionales en un país extranjero”, dijo el juez chileno. También acotó que los países “no son muy dados” a que pasen estas cosas y denunció que el magistrado uruguayo recibió presiones por actuar de esta manera.

Esperemos que con el caso de Apablaza pase algo parecido al ejemplo de la justicia uruguaya y no se busque satisfacer los pedidos de Hebe de Bonafini, que no se da cuenta que la extradición busca que haya, simplemente, justicia.
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