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miércoles, 27 de octubre de 2010

¿Qué se hace con los presidentes muertos?


El celular me hizo levantar de la cama. El miércoles 27 de octubre aparentaba ser tranquilo. El censo nacional se iba a llevar a cabo y pocas noticias iban a aparecer. Sin embargo, a las 10 de la mañana me llega un mensaje avisándome del fallecimiento del ex presidente Nestor Kirchner. Era el primer presidente que fallecía y yo había estado durante su mandato, ya que con Alfonsín tenía apenas meses.


Inmediatamente busqué confirmar la noticia. ¿Cómo podía ser?¿Se lo veía venir y por eso se fue para despedirse de su Calafate querido?¿Dónde va a ser la despedida del cuerpo? Las redes sociales comenzaron a responder algunas de las preguntas que surgían, agregaban datos. Los portales de noticias comenzaron a publicar las notas, y ahí me empezó a subir la temperatura. 

Me parece difícil entender como puede haber gente contenta porque una persona haya muerto y, en especial, que haya sido quien dirigió nuestro país y ahora nos representaba (bien o mal) como diputado nacional y como Presidente de la UNASUR. Por ejemplo, un lector del site de Lanacion.com escribió: 

-  Lástima que está todo cerrado como para ir a comprar un champagne-  ¡Che Néstor! Te olvidaste a tu señora!

Por parte del mundo de la política parece que la unidad es lo que debe prevalecer. Tanto la oposición, como la Iglesia, la Justicia o los sindicatos buscaron resaltar que fue una persona que, con aciertos y errores, buscó lo mejor para Argentina.

Entonces me puse a pensar si eramos nosotros o es una práctica generalizada. Primero se me ocurrió la muerte de Reagan, el 5 de junio de 2004. En esa oportunidad, todos los ex presidentes se hicieron presentes en la despedida del cuerpo. En declaraciones a la prensa, el entonces presidente, George W. Bush (hijo) expresó:
Ronald Reagan ganó el respeto de Estados Unidos con su grandeza, y ganó su amor con su bondad. Tenía la confianza que va con la convicción, la fuerza que va con el carácter, la gracia que va con la humildad y el humor que viene con la sabiduría. Deja tras de si una nación que restauró y un mundo que ayudó a salvar.
A su vez, las personas rindieron homenaje a la muerte de Reagan dejando tributos y condolencias en las embajadas y consulados de Estados Unidos en otros países, como también en otros locales alrededor del país que fueron importantes en la vida de Reagan.

En la prensa se tenía temor sobre qué podría decir la gente al respecto, sin embargo liberaron los comentarios y la gente, masivamente, se expresó con respeto hacia la figura del ex presidente.



Otro momento que quiero rescatar fue la muerte de otro líder de estado, particular en este caso: Juan Pablo II. El 2 de abril de 2005 fallecía en su dormitorio, frente a la Plaza San Pedro. Al funeral asistieron alrededor de 100 jefes de estado. En los medios, cada vez con más participación de los lectores, mostró el clima de paz y unidad que había predicado Juan Pablo II en vida. Hasta aquellos de otras religiones destacaban el dolor que les producía que una persona que había hecho tanto por la humanidad falleciera.

Alguien que me explique que pasa por esa cabeza para ponerse contento por la muerte de alguien. Lamentablemente no estamos capacitados, como sociedad, para saber distinguir. Que no es lo mismo que haya hecho mal su trabajo a que por eso merecía morir. Es por eso que los sitios de noticias cerraron la posibilidad de escribir comentarios, ya que estos eran hirientes.Inclusive, soy un kirchnerista por el hecho de ponerme triste de la muerte de Kirchner. 

La crispación no sirve para nada, es por eso que en estos momentos se debe mirar para adelante y rescatar los aspectos favorables para repetirlos y no volver a cometer los negativos.


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